Pueden ser satélites abandonados o etapas de cohetes gastadas, así como fragmentos de su desintegración, erosión y colisiones, como manchas de pintura, líquidos solidificados por la desintegración de naves espaciales, partículas no quemadas de motores de cohetes sólidos, tornillos, tuercas, etc. Pueden ser tan grandes como un satélite muerto, similar al tamaño de un automóvil, o tan pequeños como una escama de pintura.
A pesar del pequeño tamaño de la mayoría de los fragmentos, las vertiginosas velocidades a las que son sometidos los convierten en una seria amenaza para cualquier misión que pueda llevarse a cabo en un futuro próximo. Las colisiones se multiplicarán y, al mismo tiempo, aumentará el número de objetos peligrosos en órbita.
Julio Catalán Rubinos (Lugo, 1995)
Tiene su estudio entre Ribeira y Pontevedra. Estudió Bellas Artes en Pontevedra y luego realiza un máster en Granada. Actualmente aúna el doctorado con la investigación de diferentes procesos de creación abiertos que estudian la relación entre el individuo y el territorio en los paseos cotidianos.
En los últimos 4 años ha realizado más de quince exposiciones entre las que destaca “Basura!” en La Gran, Carabanchel, “Pregar a pintura” en el Museo de Pontevedra o “Bienal Algo que brilla: al final del bosque” en la Fundación Sales, Vigo.
Además ha sido seleccionado en Xuventude Crea, Premio Auditorio de Galicia y ha recibido el Premio Alonso Cano de la Universidad de Granada.